


En la década de los 60 del siglo XX, Umberto Eco publicó su obra Apocalípticos e integrados. En dicha obra describe las dos posturas extremas entre las que se mueve nuestra posición respecto a la cultura de masas. Dentro de ese análisis global, también se incluye el uso de la tecnología. En la vida cotidiana, en el trabajo, etc. Dichas posturas pueden resumirse, en este ámbito, de la siguiente manera:
- Apocalípticos. Estas personas rechazan sistemáticamente el uso de la tecnología. Entre otros motivos, porque su empleo modifica sustancialmente las formas tradicionales de desenvolverse en un contexto.
- Integrados. Este otro extremo representa a todas aquellos que aceptan e integran la tecnología en sus prácticas, a pesar de que puede suponer un cambio brusco en sus hábitos.
En la misma época, Jean-Francois Lyotard describió las características de la sociedad postmoderna. Un momento histórico en el que se rompe con la modernidad. Con los grandes metarrelatos que habían guiado la transmisión de conocimiento entre diferentes generaciones. A partir de su análisis, reconocemos a aquellos que niegan toda nueva narrativa que niegue o ponga en tela de juicio lo anteriormente admitido. También, desde una postura opuesta, las personas que asumen la novedad como verdad inquebrantable.
En 2001, Neil Gaiman publicó su novela American Gods. En ella, se desarrolla una guerra entre los antiguos dioses (previos a las religiones monoteístas) y los nuevos dioses, asociados a la tecnología moderna. La emergencia de estos últimos, viene reduciendo el poder de los primeros. La sociedad se está olvidando de los valores asociados a la figura de los dioses antiguos y comienza a adorar lo que suponen estos nuevos dioses tecnológicos.
Estas obras nos describen dos posturas muy contrapuestas. Ambas, por extremas, en el uso de la tecnología en el ámbito educativo, son peligrosas. Quien rechaza el uso de la tecnología por defecto, probablemente esté perdiéndose posibilidades que ofrecen los dispositivos, software, etc. Esta postura y sus consecuencias, probablemente sea mucho más reconocible y criticada.
Sin embargo, la otra postura, la del empleo acrítico de la tecnología, puede ser incluso más peligrosa desde el punto de vista educativo. Ser un docente integrado implica incorporar nuevas tecnologías sin analizar su utilidad educativa. Incorporar nuevas estrategias metodológicas, nuevas narrativas pedagógicas, que se basan en el uso de la tecnología, sin comprender los fundamentos teóricos que subyacen en su uso. Rechazar antiguos planteamientos didácticos y cambiarlo por las nuevas corrientes, asumiendo que la tecnología puede mejorar todo.
En los últimos tiempos y especialmente durante el último año, se está haciendo especial hincapié en la competencia digital docente. Los fondos europeos vienen asociados a formación y dotación. Se ha diseñado toda una estructura para, por un lado, dotar a los centros. Por otro, ayudar a dichos centros y al profesorado a mejorar su competencia digital. Ante esta situación, siempre existe la pregunta acerca de qué debe ir primero, si la dotación para enfocar la formación; o la formación, para estar preparado cuando llegue la dotación. En ambos casos, debe existir formación.
La formación de calidad en relación a la competencia digital docente debe trascender el mero uso de diferentes herramientas. Ha de estar sustentada en la teoría pedagógica, psicológica, sociológica y filosófica. En el empleo crítico y reflexivo. Veamos un ejemplo, que no critica la herramienta, sino el uso sin justificación pedagógica ¿Qué supone el empleo básico, sin reflexión, de una herramienta como Kahoot? Sin ser conscientes de ello, se puede estar fomentando la impulsividad, la competitividad, el individualismo y el conductismo. Estas cuestiones, llevadas al extremo, pueden ser nocivas. Todas ellas, bajo un planteamiento pedagógico correcto, pueden ser muy aprovechables. Por lo tanto, su incorporación dentro de la secuencia didáctica tiene ser la consecuencia de una reflexión. Del diseño de una estrategia de uso. Es decir, pedagogía antes que tecnología.
Con este ejemplo, se pretende destacar la necesidad de comprender lo que supone el uso de la tecnología. Saber cómo aplicarla. Entender los cambios, positivos y negativos que implica su utilización en las diferentes etapas educativas. La tecnología nos puede aportar mucho, pero también modifica las formas de actuar. No solo en el ámbito educativo. La tecnología no es neutra y tiene implicaciones, incluso, como seres humanos. Necesitamos formación, pero también reflexión. Saber qué queremos conseguir con su uso. De lo contrario, si llenamos las aulas de dispositivos y herramientas y no reflexionamos acerca de ello, estaremos incurriendo en lo que Neil Postman denominó el Pacto de Fausto tecnológico. Vender nuestra alma docente a los nuevos medios, a las nuevas herramientas, a las nuevas modas. Viendo los fuegos artificiales, sin percibir lo que también nos puede estar quitando.